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miércoles, 31 de julio de 2013

Tishá Beav como catalizador de la problemática del ser judío

Tishá Beav como catalizador de la problemática del ser judío 

por: Rabí Shmuel Shaish, Eilat


 

El lunes al anochecer comienza Tishá Beav, el día en que recordamos la destrucción del primer Templo en el año 586 a.c. y del segundo Templo en el año 70 eC. Aparte de estas dos tremendas catástrofes han ocurrido otras en esta nefasta fecha. Es el día de duelo nacional por excelencia, el día de la pérdida de la Independencia y Soberanía Judía sobre la Tierra de Israel, es el día en el cual señalamos el comienzo del largo Galut (Exilio) que ya dura 2.599 o 1.943 años, depende desde cuando contamos, si de la primera destrucción o la segunda.

Fecha de desencuentro

Tishá Beav se ha convertido en los últimos cien años en una fecha de desencuentro en nuestro pueblo. Están aquellos que cumplen las leyes de duelo y ayuno estrictamente de acuerdo a la Halajá (la Ley judía) y ven en ese día una fecha religiosa y no exactamente una conmemoración nacional. Otros ven en este día un recuerdo nacional, sin nada religioso. Terceros ven en esa fecha algo obsoleto que no tiene ningún sentido hoy en día; y también están aquellos que recuerdan Tishá Beav como un día de recuerdo nacional y religioso. Esa divergencia de ideas sobre ese nefasto día, es como un espejo de la triste realidad de nuestro pueblo. Esa fecha, que debe unirnos y llevarnos a evitar que algo tan catastrófico se repita, es hoy por hoy otro tema de diferencia en nuestro pueblo.

¿Cómo hemos llegado a tan triste situación? A mi entender es una consecuencia del enfrentamiento frente a los cambios que nos trae la modernidad, y para comprender eso debo explicar ciertos procesos históricos-ideológicos-religiosos que ha pasado y pasa nuestro pueblo. Estos procesos nos han marcado y marcan fuertemente y si tratamos de comprenderlos, quizás podamos superar la larga crisis en la cual estamos sumidos y que nos amenaza con otro Tishá Beav.

El exilio y el retorno

Setenta años después de la destrucción del Templo, Ciro el Grande, Rey de los persas permite el retorno a Israel y la reconstrucción de Templo. Comienza la época del Segundo Templo. Unos pocos miles retornan, la mayoría se quedan en el Galut.
Lentamente, la provincia autónoma de Judea se va poblando, creciendo y extendiendo. Pasan más de doscientos años y los persas pierden su imperio a manos de los griegos (333 a.c.) y Judea continua siendo una provincia, primero griega tolomea y luego griega seleucida.

La sociedad judía se desarrolla como sociedad religiosa, en un mundo que era religioso. Las leyes de la Torá se siguen imponiendo, pero la realidad ya es otra. Surgen los intérpretes de la Ley, no todo está claro. Surgen líderes que ya no son profetas, sino rabinos que explican, comentan e interpretan la Torá. Se desarrolla la Ley Oral; que es considerada la continuación de la Torá, pero no todos interpretan de la misma forma la Palabra de Dios. Una parte del pueblo quiere ser independiente y no sometido al poder extranjero. Estalla en el año 167 a.c. la rebelión macabea y surge el reino Asmoneo, ideológicamente los judíos se dividen en fariseos (la mayoría) y los saduceos (la elite económica y sacerdotal) y también aparecen grupos separatistas que no reconocen la legitimidad del reino ni del Templo y sueñan con la llegada del Mesías (esenios y otros grupos que viven en el desierto y en las cuevas alrededor del Mar Muerto).

La sociedad judía se polariza y se vuelve intolerante. Nuestros sabios hablan de “sinat jinam” (odio gratuito), el desprecio a todo aquel que no piensa y actúa igual a los demás. Y ese odio llevó al reino Macabeo a desaparecer ochenta años después de ser establecido. Una Guerra civil trajo a los romanos y Judea se convierte en colonia romana autónoma. Eso no trajo mucha paz; cien años después estalla la Gran Rebelión y queda destruido el Segundo Templo y la autonomía judía. 

Miles de judíos son exilados y gran parte de estos se adaptan a las comunidades judías galúticas, que nunca dejaron de existir. Comienza el largo y tremendo Galut que dura casi dos mil años, hasta nuestros días. Hubo tentativas de restablecer el
Estado Judío, pero todas fracasaron, y muchos rabinos comenzaron a desarrollar la ideología de aceptar el Galut hasta que venga el Mesías. Gran parte del pueblo aceptó vivir con la Torá fuera del país de la Torá, y la anomalía se volvió regla. Hay que aceptar el Galut y sus sufrimientos, porque nuestros padres pecaron y el castigo de Dios continúa sobre todas las generaciones. 

Se debe aceptar el yugo de los “goim” (gentiles), porque ellos son “la mano de Dios”. En ese medio surge la leyenda de “las tres promesas” (Talmud Babilónico, Tratado Ketubot 101.1)
a) Los judíos prometen no hacer aliá (emigrar a Israel) como muralla (bejoma o kejoma) es decir no en grupo, pero si individualmente.
b) Los judíos prometen no rebelarse contra los demás pueblos.

c) Los pueblos del mundo se comprometen a no hacer sufrir demasiado a los judíos. “Estas promesas pasaron a ser la base de la vida judía en el Galut, toda tentativa de organizar una autonomía judía en la tierra de Israel fue siempre frenada por los rabinos. Los judíos no deben traer la salvación, sino que el Santo Bendito Sea decidirá cómo y cuándo vendrá la Gueulá (salvación).

Así fue, más o menos hasta el siglo XVIII, cuando comenzó la Ilustración y el despertar nacional de los judíos en Europa. La Emancipación trajo consigo un gran choque entre los intelectuales judíos modernos y gran parte de los rabinos. Las tres promesas comenzaron a resquebrajarse.  Algunos rabinos (en minoría) sostenían que los “goim” no cumplen su parte, por lo tanto podemos hacer “aliá en muralla”, pero la mayoría se oponía a un renacimiento nacional judío. 

Mientras tanto, gran parte de los judíos empezaron a alejarse de los elementos religiosos y muchísimos se asimilaron, alejándose del judaísmo nacional y tradicional al surgir el movimiento sionista liderado por Teodoro Herzl y sus seguidores. La mayoría ultraortodoxa se opuso, sosteniendo que es una rebelión contra Dios y arrogancia judía contra los pueblos de la tierra. Una minoría ortodoxa nacionalista comenzó a apoyar al movimiento sionista, especialmente desde la Declaración Balfour, dada por los británicos en 1917, por la cual prometió a los judíos un Hogar Nacional en Eretz Israel.

De acuerdo a eso, la ortodoxia moderada estableció que se puede hacer aliá en grupo, porque el mundo lo permite. El movimiento sionista laico no se preocupó mayormente de esos problemas y fueron levantando un futuro Estado Judío con tintes laicos.

Los laicos bailan y los ortodoxos ayunan

Lógicamente, los jaredim no aceptan esa posición y cada vez más los polos se agudizan; en Tishá Beav el problema es agudo. Hay quienes no quieren ver en este día algo nacional, sino solamente un ayuno religioso, y los ultras hablan del Templo destruido y no de la soberanía perdida.

Los laicos a ultranza van a pubs y a bailar esa noche y los jaredim se cubren con bolsas de yuta y se echan cenizas sobre las cabezas. Los ultrajaredim, los Satmer (unos ciento veinte mil en EE.UU., Europa, Argentina e Israel- aquí son los Naturei Karta) no reconocen el Estado judío pecador, sino que siguen con las tres promesas, explican la Shoa como castigo por la asimilación, no usan dinero sionista y no aceptan ayuda del estado depravado. Lloran por la Yerushalaim destruida y rezan por la destrucción del estado, que para ellos es la antitesis del judaísmo. Estamos divididos, aun para recordar.

En este Tishá Beav elevaré mis plegarias al Dios del Universo y pediré por una verdadera paz, primero para cada uno de nosotros, porque si estamos en paz con nosotros mismos podemos luchar por la paz de nuestros semejantes.
Pediré por paz dentro de mi pueblo, para que luego podamos bregar por la paz con nuestros vecinos y luego agrandar el círculo y tratar de pacificar la humanidad.


Confío en que el Todopoderoso nos ayudé a reconstruir su Templo y se cumplirán las hermosas palabras del profeta Isaías (cap.56:7): “Mi casa será declarada casa de oración para todos los pueblos”. El tercer Templo será entonces de toda la humanidad. Comencemos por dar el primer paso y que Tishá Beav pase a ser el día de regocijo.

domingo, 28 de julio de 2013

Shalom


Descubren Palacio y almacén del Rey David


Arqueólogos descubrieron un palacio y un almacén del Rey David


Dos edificios públicos reales, de un tamaño de los que hasta ahora no se han encontrado en el Reino de Judá del siglo X a.c. fueron descubiertos el año pasado por investigadores de la Universidad Hebrea y la Autoridad de Antigüedades de Israel en Khirbet Qeiyafa -una ciudad fortificada en Judea que data de la época del rey David, y que es el espacio donde tuvo lugar ciudad bíblica de Shaaraim.

Uno de los edificios fue identificado por los investigadores, el profesor Yossi Garfinkel, de la Universidad Hebrea y Saar Ganor de la Autoridad de Antigüedades de Israel, como el palacio de David, y de la otra estructura sirve como un enorme almacén real.

La excavación, que se llevó a cabo durante los últimos siete años, está llegando a su fin. Según los profesores Garfinkel y Ganor, “Khirbet Qeiyafa es el mejor ejemplo expuesto a la fecha de una ciudad fortificada de la época del rey David. En la zona superior de la ciudad se reveló la parte sur de un gran palacio que se extendió en un área de 1.000 metros cuadrados. El muro de cierre del palacio es 30 mts. De largo y hay una impresionante entrada, a través de la cual se desciende hasta la puerta sur de la ciudad, frente al valle de Elah. Alrededor del perímetro del palacio estaban las habitaciones en las que se encontraban varias instalaciones - evidenciando la existencia de una industria de metal, recipientes especiales de cerámica y fragmentos de vasos de alabastro que fueron importados de Egipto.

Un sitio estratégico

El palacio se encuentra en el centro del sitio y controlaba todas las casas bajas que estaban en la ciudad. Desde él se puede acceder a una excelente vista mirando hacia la distancia, desde el lejano Mar Mediterráneo en el oeste de las montañas de Hebrón y Jerusalén en el este. Este es un lugar ideal desde el cual podían enviar mensajes por medio de señales de fuego.

Por desgracia, gran parte de este palacio fue destruido 1400 años más tarde, cuando una granja fortificada fue construida allí en el período bizantino”.
El otro edificio con pilares de 15 metros de largo por 6 metros de ancho, en el norte de la ciudad, fue utilizado como un almacén administrativo. Según los investigadores, “fue en este edificio donde el reino almacenaba impuestos que recibía en forma de productos agrícolas obtenidos de los habitantes de los diferentes pueblos de la Shefela en Judea. Cientos de grandes jarras de tiendas se encuentran en el sitio, cuyo mango está estampado con un sello oficial, como era costumbre en el Reino de Judea durante siglos”.
El palacio y los almacenes son una evidencia de la construcción patrocinada por el Estado y una organización administrativa durante el reinado del rey David. “Esto es una prueba inequívoca de la existencia de un reino, que supo establecer centros administrativos en puntos estratégicos”, explican los arqueólogos. “Hasta la fecha no se han encontrado palacios que puedan ser claramente atribuidos al periodo de principios del siglo X antes de Cristo. 

Khirbet Qeiyafa, fue destruida probablemente en una de las batallas que se libraron contra los filisteos alrededor del año 980 antes de Cristo. El palacio, que fue revelado ahora permiten aportar otro nivel en la comprensión de los principios del reino de Judea.”


La exposición de la ciudad bíblica en Khirbet Qeiyafa y la importancia de los hallazgos descubiertos han llevado a la Autoridad de Antigüedades de Israel a cooperar junto con la Autoridad de Naturaleza y Parques y los organismos de planificación y cancelar la construcción prevista de una nueva vecindad cercana y promover la declaración de parque nacional para el área alrededor del sitio descubierto. Este plan se basa en la creencia de que el sitio se convertirá rápidamente en un lugar que atraerá a un gran número de visitantes que se verán muy interesados en él, y podrán conocer la cultura del país en la época del rey David.

lunes, 22 de julio de 2013

¿Qué es Tishá Beav?

 ¿Qué es Tishá Beav?


 

La traducción literaria del término significa “9 del mes de Av”. Las “Tres Semanas” entre el 17 de Tamuz y Tishá Beav han sido, históricamente, días de desgracia y calamidad para el pueblo judío. Entre otras tragedias, durante este tiempo fueron destruidos tanto el primero como el segundo Templo. Estos días son aludidos como el período “entre las estrechuras” o “entre los días de angustia” (bein hametzarim), de acuerdo al versículo: “Todos sus perseguidores la alcanzaron entre la estrechez” (Lamentaciones 1:3).
En Tishá Beav le ocurrieron al pueblo judío cinco calamidades:
Durante el tiempo de Moisés, los judíos en el desierto aceptaron el reporte calumnioso de los espías y se emitió un decreto prohibiéndoles entrar a la Tierra de Israel (1312 a.c.).
.
El Primer Templo fue destruido por los babilonios y Nabucodonosor.
. El Segundo Templo fue destruido por los romanos (70 EC).
. La Revuelta de Bar Cojbá fue vencida por el emperador romano Adriano (135 eC).
. El Monte del Templo fue profanado y Jerusalén fue reconstruida como una ciudad pagana.
Ocurrieron otras grandes desgracias en la historia judía coincidiendo con el nueve de Av, incluyendo la expulsión de los judíos de España en 1492, el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914 y la deportación en masa de los judíos del Gueto de Varsovia al Campo de Exterminio de Treblinka en 1942.
Además de rezar plegarias especiales, los judíos observantes ayunan durante todo el día. Este año, Tisha Beav comienza el lunes 15 de julio con la caída del sol.

viernes, 19 de julio de 2013

Un día Kadosh


¡La Torah es irreemplazable!


Duelo y ayuno por destruccion del Beit Hamikdash de Yerushalayim


               Duelo y ayuno por destrucción del Templo de Jerusalén 




 
Los judíos de todo el mundo iniciaron al anochecer la conmemoración de Tishá Beav, una jornada de ayuno en la que lamentan la destrucción de los templos bíblicos de Jerusalén, entre otras tragedias sufridas por el pueblo.

Esta fecha del calendario hebreo, literalmente la novena jornada del mes de Av, comenzó con la caída del sol y concluye mañana en el mismo momento y es considerada la madre de todos los duelos y desgracias que padecieron los judíos.

Conmemora en primer lugar la desaparición de los dos santuarios bíblicos de Jerusalén: el construido por el rey Salomón y destruido por Nabucodonosor en el año 587 a.c, y el segundo templo, reconstruido por Herodes y de mayor grandeza, arrasado por las tropas del emperador romano Tito en el 70 de nuestra era.

"Se trata de un día general de duelo, llanto y pesimismo que concentra todas las desgracias sufridas por el pueblo judío como la destrucción de los dos templos de Jerusalén, la expulsión de España o diferentes masacres a lo largo de la historia", explicó Jonathan Rosenblum, periodista ultra ortodoxo y fundador del Centro de Recursos Judíos.

Esta conmemoración de origen rabínico supone una fecha que los judíos consideran un punto de inflexión en su historia, pues la destrucción trajo consigo el inicio de una larga diáspora.

"Es difícil imaginarse dos mil años después de la destrucción del Templo cómo debió resultar este hecho, por eso conmemoramos en Tishá Beav sucesivas desgracias que tuvieron continuidad en la Segunda Guerra Mundial", indicó Rosenblum.
Entre ellas, destacan la firma del edicto de expulsión de España en 1492, una masacre en la antigua población de Beitar (suroeste de Jerusalén) a manos del emperador Adriano en el año 135, un pogromo en una sinagoga de París durante la Segunda Guerra Mundial o la deportación masiva desde el gueto de Varsovia al campo de exterminio nazi de Treblinka (Polonia) en 1942.

Los más devotos guardan un estricto ayuno que se prolonga unas 25 horas, igual que en Yom Kipur, el día más sagrado del judaísmo, al que se suman todas las abstinencias posibles: no comer, beber, lavarse, perfumarse, calzar zapatos de cuero o mantener relaciones sexuales.

Las sinagogas albergan largas horas de rezos que los feligreses realizan en el suelo, en lugar de en bancos de madera, como símbolo de la destrucción de los templos.
Aunque la jornada no es festiva en Israel, varios negocios y comercios cierran sus puertas desde hoy, especialmente en Jerusalén, la ciudad donde se concentra la religiosidad del país.

El Muro Occidental o Kotel Hamaarabí de Jerusalén (conocido en el mundo gentil como Muro de los Lamentos), uno de los pocos vestigios del templo que mandó construir el rey Herodes, se convierte desde esta tarde en el centro de todas las plegarias y llantos.

También conocida como el Muro Occidental, el muro circundaba el recinto donde se alzaron los templos judíos y que hoy es la Explanada de las Mezquitas, considerada por los musulmanes como Noble Santuario ("Haram al Sharif"), lugar de emplazamiento de la Cúpula de la Roca y la mezquita de Al Aksa.

En vísperas del inicio de la jornada de duelo, organizaciones de derecha judías dieron a conocer una encuesta que revela que el 30 por ciento de los israelíes judíos está a favor de que se construya un templo en su lugar de emplazamiento originario.

El sondeo, elaborado por el Foro Conjunto de Organizaciones del Monte del Templo, preguntó a los entrevistados "¿Está a favor o en contra de que se levante un templo en el Monte del Templo?", cuestión a la que respondió de manera afirmativa el 30 por ciento, mientras que el 45 por ciento se mostró contrario y el 25 por ciento indeciso.
Las organizaciones impulsoras del estudio se muestran satisfechas al entender que refleja una tendencia en la percepción de que el Monte del Templo es el lugar más sagrado e importante para el judaísmo.

Grupos de derecha vinculados a esas organizaciones visitan en ocasiones el lugar para reivindicar su presencia sobre el Monte del Templo y suelen ser agredidos por los palestinos allí.


Los judíos de los sectores más ultra ortodoxos cumplen con la prohibición de pisar el recinto sagrado mientras no se produzca la llegada del mesías, tras la que se construirá el Tercer Templo.

Shalom a Jerusalem