Duelo y ayuno por destrucción del Templo de Jerusalén
Los judíos de todo el mundo iniciaron al anochecer la conmemoración de Tishá Beav, una jornada de ayuno en la que lamentan la destrucción de los templos bíblicos de Jerusalén, entre otras tragedias sufridas por el pueblo.
Esta fecha del calendario hebreo, literalmente la novena jornada del mes de Av, comenzó con la caída del sol y concluye mañana en el mismo momento y es considerada la madre de todos los duelos y desgracias que padecieron los judíos.
Conmemora en primer lugar la desaparición de los dos santuarios bíblicos de Jerusalén: el construido por el rey Salomón y destruido por Nabucodonosor en el año 587 a.c, y el segundo templo, reconstruido por Herodes y de mayor grandeza, arrasado por las tropas del emperador romano Tito en el 70 de nuestra era.
"Se trata de un día general de duelo, llanto y pesimismo que concentra todas las desgracias sufridas por el pueblo judío como la destrucción de los dos templos de Jerusalén, la expulsión de España o diferentes masacres a lo largo de la historia", explicó Jonathan Rosenblum, periodista ultra ortodoxo y fundador del Centro de Recursos Judíos.
Esta conmemoración de origen rabínico supone una fecha que los judíos consideran un punto de inflexión en su historia, pues la destrucción trajo consigo el inicio de una larga diáspora.
"Es difícil imaginarse dos mil años después de la destrucción del Templo cómo debió resultar este hecho, por eso conmemoramos en Tishá Beav sucesivas desgracias que tuvieron continuidad en la Segunda Guerra Mundial", indicó Rosenblum.
Entre ellas, destacan la firma del edicto de expulsión de España en 1492, una masacre en la antigua población de Beitar (suroeste de Jerusalén) a manos del emperador Adriano en el año 135, un pogromo en una sinagoga de París durante la Segunda Guerra Mundial o la deportación masiva desde el gueto de Varsovia al campo de exterminio nazi de Treblinka (Polonia) en 1942.
Los más devotos guardan un estricto ayuno que se prolonga unas 25 horas, igual que en Yom Kipur, el día más sagrado del judaísmo, al que se suman todas las abstinencias posibles: no comer, beber, lavarse, perfumarse, calzar zapatos de cuero o mantener relaciones sexuales.
Las sinagogas albergan largas horas de rezos que los feligreses realizan en el suelo, en lugar de en bancos de madera, como símbolo de la destrucción de los templos.
Aunque la jornada no es festiva en Israel, varios negocios y comercios cierran sus puertas desde hoy, especialmente en Jerusalén, la ciudad donde se concentra la religiosidad del país.
El Muro Occidental o Kotel Hamaarabí de Jerusalén (conocido en el mundo gentil como Muro de los Lamentos), uno de los pocos vestigios del templo que mandó construir el rey Herodes, se convierte desde esta tarde en el centro de todas las plegarias y llantos.
También conocida como el Muro Occidental, el muro circundaba el recinto donde se alzaron los templos judíos y que hoy es la Explanada de las Mezquitas, considerada por los musulmanes como Noble Santuario ("Haram al Sharif"), lugar de emplazamiento de la Cúpula de la Roca y la mezquita de Al Aksa.
En vísperas del inicio de la jornada de duelo, organizaciones de derecha judías dieron a conocer una encuesta que revela que el 30 por ciento de los israelíes judíos está a favor de que se construya un templo en su lugar de emplazamiento originario.
El sondeo, elaborado por el Foro Conjunto de Organizaciones del Monte del Templo, preguntó a los entrevistados "¿Está a favor o en contra de que se levante un templo en el Monte del Templo?", cuestión a la que respondió de manera afirmativa el 30 por ciento, mientras que el 45 por ciento se mostró contrario y el 25 por ciento indeciso.
Las organizaciones impulsoras del estudio se muestran satisfechas al entender que refleja una tendencia en la percepción de que el Monte del Templo es el lugar más sagrado e importante para el judaísmo.
Grupos de derecha vinculados a esas organizaciones visitan en ocasiones el lugar para reivindicar su presencia sobre el Monte del Templo y suelen ser agredidos por los palestinos allí.
Los judíos de los sectores más ultra ortodoxos cumplen con la prohibición de pisar el recinto sagrado mientras no se produzca la llegada del mesías, tras la que se construirá el Tercer Templo.
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