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lunes, 26 de agosto de 2013

Elul, mes de la purificación del alma



Elul es algo así como la primera estación en el tiempo, destinado al despertar espiritual, a la purificación del alma humana y a la elevación del individuo. Un pensador moderno afirmó que en el mes de Elul comienza el proceso espiritual que culmina con Rosh Hashaná y lom Kipur. Durante todo el año estamos atareados con nuestros propios asuntos, como si corriésemos una carrera automovilística; en Elul empezamos a disminuir la velocidad de nuestras máquinas, para poder detenerlas completamente llegado el momento. Si se frenara brusca e imprevistamente en mitad de una carrera vertiginosa, cualquier automóvil volcaría sin remedio.

Por eso es imprescindible comenzar a disminuir la velocidad un tramo antes del sitio elegido para detenerse. Lo mismo ocurre con el ser humano: Si pretendiera frenar repentinamente su tren de vida al llegar Rosh Hashaná, no soportaría el violento cambio anímico y su espíritu se desequilibraría. Por eso comienza a aminorar la marcha con un mes de anticipación, y puede detenerse sin contratiempos en el lugar exacto: en los días solemnes del mes de Tishrei.


Ese es su punto terminal en el proceso de catarsis espiritual, que incluye las dos fases principales: el examen de conciencia y la contrición. Este último acto la contrición comienza precisamente a principios de Elul, según consta en Deuteronomio, IV-30 y XXX-2: “Tornarás hasta el Eterno, tu Dios, y oirás Su voz”. El valor práctico de los preceptos del judaísmo, es la superación ininterrumpida del individuo en la faz humana.


Un judío piadoso dijo en cierta ocasión que la exhortación: “Oye Israel, el Eterno nuestro Dios, el Eterno es Uno. Y amarás al Eterno, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu haber” (Deuteronomio, VI-4/5), no es realmente un mandamiento ni una orden, sino un consejo amistoso. “Oye!” dice la Tora; oye y entiende cómo evoluciona y se comporta el cosmos, y llegarás por ti mismo a la suprema conclusión de que Dios es Uno; y lo amarás con todo tu ser, cumplirás Sus preceptos y obrarás según Su voluntad.
De modo que estamos frente a un problema de mero acostumbramiento; todo consiste en hacer frenar paulatinamente y con suavidad el tren de nuestra vida, hasta alcanzar la meta deseada la purificación espiritual -donde nos estacionaremos.

Durante Elul se acostumbra a levantarse antes de la alborada para implorar a Dios por la absolución de nuestras transgresiones (Selijot). Las comunidades sefarditas lo hacen a partir del 1 de Elul, en tanto que las ashkenazíes comienzan en la última semana del mes. Ambas comunidades extienden sus plegarias hasta el 10 de Tishré (Yom Kipur). La razón por la cual se debe madrugar, se basa en el Talmud que nos enseña que la medianoche y el final de la noche son momentos propicios para el arrepentimiento.

También se acostumbra a tocar el Shofar todos los días al finalizar las plegarias de Shajarit y Arbit (excepto en la víspera de Rosh Hashaná) para recordar y motivar al público a prepararse espiritualmente para los días que se avecinan. Hay quienes ayunan en la víspera de Rosh Hashaná en señal de arrepentimiento, y también se sumergen en la Mikvé (baño ritual). Una buena costumbre es visitar las tumbas de nuestros Sabios y Patriarcas para que ellos rueguen por nosotros como un padre pide por su hijo.
Estas costumbres, junto con la Tzedaká que se da a los pobres y necesitados, hacen que cumplamos con la oración que dice: “El arrepentimiento, las plegarias y la Tzedaká anulan los malos decretos”.